

¿Planeás con mil pestañas abiertas y sin idea de por dónde empezar? No te pasa solo a vos.
Internet ofrece opciones infinitas y poca sabiduría sobre lo que importa para tu forma de viajar. Tomo tu visión—aunque sea vaga—y la convierto en un viaje que fluye como si siempre hubiera sido así. Pasamos de la parálisis por análisis a la certeza de estar exactamente donde necesitás estar.

Escucho tus motivaciones. ¿Qué te atrae: la luz sobre las fachadas en la hora dorada? ¿El ritual del vino en viñedos que suspenden el tiempo? ¿El silencio ante algo que existe desde hace milenios?
Mi rol es traducir esa curiosidad en días que se hilvanan entre sí, donde cada elemento sirve a la historia superior de tu experiencia. No se trata de tics in boxes ni de maximizar visitas por dólar invertido. Se trata de asombro, serendipia y una quietud que te acompaña mucho después de volver.
Es design thinking aplicado al viaje: capas de detalle—del primer café al brindis final—donde el sentido se acumula, no se dispersa en miles de opciones.